"Solo nos recuerdan cuando morimos": la llamada de alarma del dueño de una discoteca de Niza

«Había 6.000 discotecas en Francia en los años 80. Hoy somos 1.200», afirma Jérôme Calatraba, propietario del emblemático High Club, situado en el número 45 de la Promenade des Anglais.
A punto de cumplir 20 años su empresa, el que también preside el Sindicato Nacional de Discotecas y Lugares de Ocio de la región Sur y presidente de la sección de discotecas de la Asociación de Propietarios de Hoteles y Restaurantes quiere defender un sector que sufre y que a menudo es caricaturizado.
"Matones, traficantes de drogas o armas, incluso proxenetas. Siguen siendo estereotipos que asociamos con los dueños de discotecas", se queja este cincuentón.
Su colección de discos es, sin embargo, un negocio como cualquier otro, proclama desde su oficina en la parte trasera de la empresa, donde clasifica sus archivos, archiva sus correos electrónicos y gestiona a sus sesenta empleados, muchos de los cuales son estudiantes.
"Siempre me he asegurado de que mis empleados se sientan bien y se queden. La prueba: algunos han vuelto después de estudiar", afirma este hombre que, de miércoles a sábado, recibe a mil personas cada noche.
Falta de reconocimiento"Solo nos recuerdan al morir", lamenta el exjugador del OGC Niza, para quien una discoteca es ante todo un lugar de vida y recuerdos. Cita el "Grand Escurial" , un punto de encuentro de las noches nizardas desde los años 80, que cerró en 2009 tras una pelea en la que participaron trescientas personas.
Si las discotecas —los últimos establecimientos en reabrir tras el segundo confinamiento— desaparecen una tras otra, también se debe a las draconianas regulaciones: «En Francia, estamos sujetos al Código de Salud. Si un cliente ha bebido en un restaurante antes de venir a mi local, aunque no le sirva nada, soy responsable si comete una infracción. Estoy a favor de la responsabilidad individual: si actúas mal, te corresponde asumir las consecuencias».
Hoy en día es casi imposible, explica, abrir una discoteca porque los bancos se niegan a conceder préstamos a un sector considerado "en riesgo" .
La misma observación la hacen las compañías de seguros, que se muestran reacias a cubrir este tipo de actividades, lo que obliga a algunos operadores a recurrir a aseguradoras extranjeras.
Competencia deslealSin olvidar el auge de las fiestas privadas en las playas, las "discotecas al aire libre" pero con actividades mucho menos reguladas, argumenta Jérôme Calatraba: "Acepto pagar más de 100.000 euros al año a la Sacem, mucho más que los establecimientos no registrados como discotecas".
Esta competencia se ve agravada por la de los locales nocturnos que declaran una actividad distinta ante el tribunal mercantil. Al estar clasificados como restaurante o bistró, están exentos de normas de seguridad más estrictas y de cargos más elevados.
El responsable de los sindicatos del ocio nocturno estudia ahora pedir más controles sobre estos establecimientos para evitar a los "defraudadores" .
Nice Matin